☼ Creer en uno mismo es la base de la personanlidad, el cimiento desde donde se elevará nuestro espíritu... ☼







viernes, 19 de febrero de 2010

Todos necesitamos…

Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.
Un detergente, para quitar las manchas de las máscaras que usamos a diario.
Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.
Un pájaro, para que nos enseñe a volar alto y cantar con libertad.
Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.
Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para escuchar su alegre sonido.
Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan observar con amor al prójimo y a la naturaleza.
Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.
Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.
Un cofre, para guardar todos los recuerdos que construyen y dan vida.
Un cierre, que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otro para cerrar nuestra boca cuando sea necesario, y otro para abrir nuestro corazón.
Un rebobinador de películas, para recordar los momentos más felices en nuestras vidas.
Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y al amar.
Los zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.
Y una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.

Autoestima

Hay personas que lo tienen todo en la vida para ser felices. Tienen familia, un buen trabajo, amigos, pero igual se sienten inseguras para enfrenar nuevos desafíos.
Esta falta de confianza en sí mismo es muy común y se debe a que la autoestima no está determinada por lo que somos, sino cómo llegamos a ser lo que somos.
Es producto de toda la historia personal. Y además, esta autoestima es frágil y requiere de un estímulo constante, tanto interno como externo -del entorno-, para que se mantenga firme.
La autoestima es subjetiva. Depende fundamentalmente lo que uno siente y piensa de sí mismo y de lo que uno cree que los otros sienten y piensan de uno.
Está relacionada con el mundo emocional, con nuestros valores y nuestros proyectos de vida. Depende de la capacidad de amarse y de amar; de querer y de sentirse querido.El amor está ligado a la autoestima.
Este sentimiento determinará la seguridad de ser capaces de desarrollar durante la vida. Se va construyendo desde que se nace, donde el cariño de los padres es fundamental para generar confianza y seguridad.
Luego la vida será una sucesión de tensiones, donde el afecto de quienes nos rodean es importantísimo para sentirnos con la fuerza suficiente para seguir adelante y aprender. Afortunadamente siempre es tiempo de amar a los demás, de cultivar este sentimiento, y así mejorar nuestra autoestima.

jueves, 18 de febrero de 2010

La niña y el acróbata

Era una niña de ojos grandes como lunas, con la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los pueblos hospitalarios de la India.
Ambos se habían especializado en un número circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros. La prueba no estaba ni mucho menos exenta de riesgos.
Por eso, el hombre le indicó a la niña: - Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo.
De ese modo no correremos peligro, pequeña. Pero la niña, clavando sus ojos enormes y expresivos en los de su compañero, replicó: -No, Babu, eso no es lo acertado. Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.
Reflexión:
El Maestro dice: Permanece vigilante de ti y libra tus propias batallas en lugar de intervenir en las de otros. Atento de ti mismo, así avanzarás seguro por la vía hacia la Liberación definitiva.

El amor, semilla de vida…

Pues ahí tienes todas las semillas de la vida. Ahí tienes la siembra de la fe, del dolor, de las lágrimas y de los milagros. El momento más luminoso es encontrarlo, el más decisivo es arraigarlo y el de mayor rendimiento, cultivarlo y saber vivirlo todos los días. Recuerda que buscar amor no es amarse, y vivirlo a medias es como no haberlo conocido. Hay que darse por entero. ¡Cuántas vetas ocultas llevabas sin saberlo! ¡Cuánto que aprender tu corazón, que volar tu pensamiento, que decir tus palabras y que iluminar tu alma! ¡Cuántas vetas ignoradas y cuántos manantiales cerrados estallan de pronto inundándote la vida! No concibas el amor tan perfecto que te resulte irrealizable… ni tan imperfecto, que te resulte vulgar. No cierres la llave a la sinceridad y la confidencia, porque detrás de esa puerta se mudarán el silencio y la incomunicación, y poco a poco te irán despojando de todo lo que tienes. Las cosas del amor no son de fuerza, sino de entendimiento; no se imponen, hay que dejar que broten solas. No lo derroches, pero tampoco lo restrinjas. No lo reclames, ni lo fuerces, ni lo exijas: gánatelo, merécetelo y dale cuerpo haciéndolo renacer muchas veces. Es mejor la confianza que el encubrimiento, ceder que mentir, comprender que empecinarse, probar que rechazar, convencer que obligar. Piensa antes de obrar. No juzgues con precipitación. No te exaltes, no te apasiones. Busca el justo medio, el equilibrio, el aplomo. El respeto es esencial: si fallas, el amor se resquebraja y perece. Es como haberle dado el golpe de muerte. El amor es lo único que alivia el dolor. Es como un aceite suavizante para lo áspero, lo reseco, lo duro que encierra la vida. Cuando se ama, el corazón no es rígido, es ondulante… como si lo movieran la brisa y la condescendencia. El rencor es tan corto que va derecho por el camino del perdón. La cicatrización es tan rápida, tan imperceptible, que casi no da tiempo a las disculpas y las explicaciones. Con esta cadena de perdones se hace el amor. Y con ese amor se hace la vida...